La famosa ley de inmigración que
lleva unas semanas en vigor en
Arizona no ha frenado el ímpetu de los que todavía pretenden
cruzar la frontera Mexico-EE.UU., aunque para muchos signifique dejarse la vida
en el intento. Lo demuestran las cifras de fallecidos en el desierto
del estado gobernado por la conservadora Jan Brewer, que va
camino de batir un récord con 170 en lo que va de año, según una publicación de
elmundo.es.
Esa cifra, sorprendente para los
expertos cuando las autoridades recuperaron los cadáveres de 218 inmigrantes en
su intento de cruzar la frontera, todos ellos localizados en el condado de
Pima.
Asimismo, confirmó que el mes de
julio fue el peor en 2010, con 59 muertos encontrados en medio
del desierto. La mayoría de ellos fallecieron por el
intenso calor que hace en
Arizona en esta época
del año, con temperaturas que superan los 40 grados
centígrados.
En parte por el calor y por ser
hallados en proceso de descomposición, es que muchos de ellos ingresan en los
congeladores habilitados para el operativo sin identificar. El pasado 15 de
julio se encontraron 7 cuerpos y solo uno pudo ser reconocido
como el de Omar Luna Velázquez, un mexicano de 25 años de
edad.
En ese esfuerzo colabora el
consulado mexicano de la zona, que ya está acostumbrado a buscar entre los
restos de los cuerpos cualquier tipo de identificación o números de teléfono
para comunicarles el suceso a sus familiares en México.
La tragedia de las muertes en la
frontera se ha intensificado en la última década, con miles de personas huyendo
de la mala situación económica en América Latina. Ni siquiera la recesión que
vive Estados Unidos ha logrado reducir el tráfico de los que intentan llegar al
otro lado.
Sin
embargo, en otros puntos con mayor seguridad sí se ha dado un descenso, como en
Yuma, Arizona o en San Diego, California, donde la construcción de un muro
fronterizo y la incorporación de más efectivos de seguridad en el perímetro han
ayudado a controlar la llegada de
indocumentados.